Rosa Regás, en su libro La desgracia de ser mujer, reflexiona sobre la familia:
No tiene sentido que sólo una religión o una ideología tengan razón a la hora de definir lo que es una familia. Familia, les guste o no, esté o no esté bendecida por un dios o por otro, legalizada por una ley o por otra, es un colectivo cuyos componentes comparten o deciden compartir la vida y en ciertos casos tener, cuidar y educar a los hijos que vienen, sea por el coito, la adopción, por la inseminación artificial o por otras muchas formas de tenerlos que se les ocurre hoy y se les ocurrirá mañana a la ciencia y a la imaginación. Cada miembro de la familia no tiene por qué cumplir una función predeterminada como ocurre en la familia patriarcal y tradicional, sino que a su modo y manera se organizarán para decidir lo que más le conviene y le gusta a cada miembro para compartir en total igualdad la responsabilidad de la buena marcha de la familia, del hogar y de los hijos, y alcanzar el grado más asequible de felicidad para todos.
Se puede decir más alto, pero no más claro. A ver si poco a poco se van enterando todos esos meapilas y leguleyos que nos gobiernan.