martes, 5 de noviembre de 2013

El ascenso de la extrema derecha

Como casi siempre, esta nueva entrada está relacionada con una lectura. Esta vez se trata de la obra SS. Una historia nueva, de Adrian Weale, editada por Turner en 2013 (el original inglés es de 2010). En las primeras páginas, al repasar la caída de la Alemania guillermina y el origen del partido nacionalsocialista, se dice:
Por otro lado, la clase media baja, constituida por pequeños granjeros y empresarios, tenderos y, ante todo, por el enorme ejército de los oficinistas, funcionarios de grado inferior, profesores, empleados públicos y administradores subalternos, estaba sometida a la doble presión de las grandes empresas (desde arriba) y los sindicatos (desde abajo), lo que la había llevado, aun antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, a abrazar ideas de extrema derecha con ingredientes nacionalistas y antisemitas.
Me resulta estremecedor el comprobar cómo la situación actual se parece cada vez más a la de los años 30 del siglo pasado. Asciende la extrema derecha y el nacionalismo. Basta con leer la prensa; sólo dos ejemplos de hoy:
 Ahora el chivo expiatorio no son los judíos, sino los inmigrantes. La violencia política se hace cada vez más evidente. No me gusta nada lo que veo cada día.


viernes, 12 de abril de 2013

¿Qué es el capitalismo?

Entre mis últimas lecturas está la novela "Baila, baila, baila", de Haruki Murakami. Y me he encontrado un párrafo que define a la perfección el capitalismo: derroche. Y en España sabemos mucho de eso; nuestros políticos se han pasado años derrochando los caudales públicos y ahora quieren hacernos creer que hemos vivido por encima de nuestra posibilidades... 
"Entonces yo le dije que, en la sociedad capitalista, el derroche es la mayor virtud. Comprándole cazas Phantom a Estados Unidos y despilfarrando combustible con despegues de emergencia, Japón contribuía al aceleramiento de la economía mundial, lo cual a su vez provocaba un crecimiento del capitalismo. Si se dejase de derrochar de golpe, se produciría una Gran Depresión y la economía mundial se iría a pique. Añadí que el derroche era el combustible de las contradicciones, que las contradicciones revitalizaban la economía y que esa revitalización producía aún más derroche."

domingo, 17 de marzo de 2013

Más de los Episodios Nacionales

Me sigue asombrando la capacidad descriptiva de Galdós y al tiempo me entristece comprobar que sus descripciones siguen siendo válidas a pesar de haber transcurrido más de 200 años desde que fueron escritas. ¡Qué poco ha cambiado este país! Os dejo para vuestra reflexión dos citas:
La primera, sobre la mentira de los discursos políticos:
Ya no tuvo más remedio D. Manuel que devanarse los sesos para construir el castillete retórico que debía ser una página más de esa historia falsificada que elaboran diariamente los gobiernos con ideas muertas y palabrería de mazacote, historia indigesta, destinada al olvido. Otra cosa será cuando no haya tanta distancia entre la psicología de Reyes o gobernantes y los moldes de la Gaceta; entonces tendremos la real historia escrita al día. Pero es muy dudoso que este tiempo llegue; resignémonos a una vida de ficciones, y a recoger los granitos de verdad que a duras penas extrae la observación del fárrago indigerible de la literatura oficial.
(Galdós, Montes de Oca, Episodios Nacionales, tercera serie 8, capt. 8)

La segunda, sobre la actuación sin escrúpulos de los poderosos:
He visto a los poderosos, que ambicionan recobrar el mando que perdieron, emplear la corrupción para ganar a los venales, y la brutalidad para sojuzgar a los incorruptibles; he visto que la ley no es nada, que de ella se burlan los institutos armados como los magnates del orden civil, y que sólo la fuerza y el compadrazgo hacen el papel tutelar que a las leyes corresponde. El que dispone de un poco de fuerza y de la firme adhesión de unos cuantos amigos a quienes halaga y sostiene con obsequios o favores, lo tiene todo, y puede burlarse del derecho ajeno. He visto también a los poderosos que mandan permitir mil atropellos por sostenerse en el puesto de sus satisfechas ambiciones, y consentir la insolencia de los fuertes y el vejamen de los tímidos.
(Galdós, Los ayacuchos, Episodios Nacionales, tercera serie 9, capt. 29)



 

miércoles, 20 de febrero de 2013

La política y tú

Amin Maalouf
 Aprovechando que hoy es el debate del estado de la nación, añado una nueva cita de la última novela de Amin Maalouf, Los desorientados. Espero que os anime a participar en política, porque -si no lo haces- la política se va a meter contigo y mucho:

¿No fuiste tú quien me dijo un día: «Incluso aunque no te metas en política, la política se mete contigo»?
La frase no es mía. Debí de leerla en alguna parte. Ya no me acuerdo del autor...
En cuestión de citas, siempre me he tomado muy en serio las investigaciones de paternidad. Mis amigos de juventud estaban al tanto y a veces se entretenían en tirarme, como a un galgo, la pelota detrás de la que no podía por menos de salir corriendo: «¿Tú no sabrás quién dijo...?». [...]
En lo referido a la cita de la que hablaba Mourad, no tardé en descubrir que se dijo de la siguiente forma: «Tened cuidado: si no os metéis en política, la política se mete con vosotros». Por supuesto, se les atribuía, según las fuentes, a tres autores diferentes, todos ellos contemporáneos de la Revolución Francesa: uno era Royer-Collard; otro, Montalembert, y el tercero, el abate Sieyès.
La forma original es, por cierto, mucho más pertinente que la que recordaba Mourad. Dice: «Si no os metéis en política», y no «Aunque no os metáis...». Dicho de otro modo: no se trata de dejar constancia, de forma trivial, de que la política nos afecta a todos, incluso a aquellos a quienes no les interesa; lo que dice el autor es que los torbellinos políticos afectan sobre todo a aquellos a quienes no les interesan.

domingo, 17 de febrero de 2013

Emigración en España

Hace un mes que mi hermano, con toda su familia, ha emigrado a Australia; y precisamente ahora he encontrado un texto muy oportuno en la última novela de Amin Maalouf , Los desorientados. Quiero compartirlo con vosotr@s porque invita a la reflexión y al debate.
[…] Todo hombre tiene derecho a irse; es su país quien tiene que convencerlo para que se quede, digan lo que digan los políticos grandilocuentes. «No te preguntes qué puede hacer por ti tu país, sino lo que puedes hacer tú por tu país.» ¡Es muy fácil decirlo cuando eres millonario y acaban de elegirte, a los cuarenta y tres años, presidente de los Estados Unidos de América! Pero cuando en tu país no puedes ni trabajar, ni recibir cuidados médicos, ni tener donde vivir, ni estudiar, ni votar libremente, ni decir lo que opinas, ni tan siquiera ir por la calle como te apetezca, ¿de qué vale la sentencia de John F. Kennedy? ¡De muy poca cosa!
Para empezar, es tu país el que tiene que cumplir contigo una serie de compromisos. Que te consideren un ciudadano con todas las de la ley y que no padezcas ni opresión, ni discriminación ni privaciones indebidas. Tu país y sus dirigentes están en la obligación de garantizarte esas cosas; en caso contrario, no les debes nada. Ni apego a la tierra ni saludo a la bandera. Al país donde puedes vivir con la cabeza alta se lo das todo, se lo sacrificas todo, incluso la propia vida; al país en que tienes que vivir con la cabeza gacha no le das nada. Da igual que se trate de tu país de acogida o de tu país de nacimiento. La magnanimidad llama a la magnanimidad, la indiferencia llama a la indiferencia y el desprecio llama al desprecio. Tal es la carta de los seres libres y, en lo que a mí se refiere, no admito ninguna otra.