Me sigue asombrando la capacidad descriptiva de Galdós y al tiempo me entristece comprobar que sus descripciones siguen siendo válidas a pesar de haber transcurrido más de 200 años desde que fueron escritas. ¡Qué poco ha cambiado este país! Os dejo para vuestra reflexión dos citas:
La primera, sobre la mentira de los discursos políticos:
Ya no tuvo más remedio D. Manuel que devanarse los sesos para construir el castillete retórico que debía ser una página más de esa historia falsificada que elaboran diariamente los gobiernos con ideas muertas y palabrería de mazacote, historia indigesta, destinada al olvido. Otra cosa será cuando no haya tanta distancia entre la psicología de Reyes o gobernantes y los moldes de la Gaceta; entonces tendremos la real historia escrita al día. Pero es muy dudoso que este tiempo llegue; resignémonos a una vida de ficciones, y a recoger los granitos de verdad que a duras penas extrae la observación del fárrago indigerible de la literatura oficial.
(Galdós, Montes de Oca, Episodios
Nacionales, tercera serie 8, capt. 8)
La segunda, sobre la actuación sin escrúpulos de los poderosos:
He visto a los poderosos, que ambicionan recobrar el mando que perdieron, emplear la corrupción para ganar a los venales, y la brutalidad para sojuzgar a los incorruptibles; he visto que la ley no es nada, que de ella se burlan los institutos armados como los magnates del orden civil, y que sólo la fuerza y el compadrazgo hacen el papel tutelar que a las leyes corresponde. El que dispone de un poco de fuerza y de la firme adhesión de unos cuantos amigos a quienes halaga y sostiene con obsequios o favores, lo tiene todo, y puede burlarse del derecho ajeno. He visto también a los poderosos que mandan permitir mil atropellos por sostenerse en el puesto de sus satisfechas ambiciones, y consentir la insolencia de los fuertes y el vejamen de los tímidos.
(Galdós, Los
ayacuchos, Episodios Nacionales, tercera serie 9, capt. 29)