O mejor dicho, sobre la objetividad. Ahora que tanto se habla de estas cuestiones, habría que recordar el texto de Salustio en su Conjuración de Catilina (capt, 51, 1):
Omnis homines, patres conscripti, qui de rebus dubiis consultant, ab odio, amicitia, ira atque misericordia vacuos esse decet. Haud facile animus verum providet, ubi illa officiunt.
Senadores, todos los hombres que deliberan sobre cuestiones dudosas, conviene que estén libres de odio, amistad, ira y compasión. No con facilidad el pensamiento discierne lo verdadero, cuando aquellos [sentimientos] obstaculizan
(Escultura de Salustio en el Parlamento de Viena. Fotografía de Dvallejosanz)