domingo, 4 de noviembre de 2012

Episodios nacionales, de Galdós

Retrato de Galdós por Sorolla
Hace mucho tiempo que no añado una nueva entrada a este blog. Y lo cierto es que casi a diario encuentro motivos más que suficientes para escribir unas líneas. Es la prisa en que vivimos instalados la que me hace preferir otras vías como Facebook o Twitter para dejar constancia de mis inquietudes y mis opiniones.
Aprovechando que hasta el 30 de diciembre se representa en el teatro María Guerrero de Madrid  la obra Doña Perfecta, de Galdós, quisiera recomendaros la lectura de sus Episodios Nacionales.

Ya he leído la primera serie y estoy en el tercero de la segunda serie. Son una lección de historia, de libertad, de democracia inigualables. Hay que leerlos para entender por qué llevamos doscientos años de atraso respecto a Europa; hay que leerlos para comprender el atavismo religioso de España; hay que leerlos para comprender que hoy día, con el gobierno del PP, vivimos como en época de Fernando VII, en el más puro absolutismo, en un despotismo ilustrado rampante, cuyo mejor ejemplo es Gallardón. Hay que leerlos, en fin, porque no debemos olvidar de dónde venimos y -como se suele decir- para no volver a repetir los mismos errores; Mariano Rajoy fue, antes de las elecciones, tan deseado como Fernando VII y al igual que el monarca, Rajoy se ha apartado de lo que el pueblo esperaba de él (con ningún fundamento, por cierto).

Al leer los Episodios Nacionales os vais a encontrar con párrafos que tienen una vigencia pasmosa. ¡Qué pena que sigamos igual que hace 120 años! Así nos va, claro.

1 comentario:

  1. ¿En serio era deseado Mariano Rajoy? ¡Palabrita que yo no le deseaba nada! :-). Pero fuera de bromas, tienes razón, la Historia nos ha de servir, entre otras cosas, para saber por qué camino no debemos continuar. Y ese aprendizaje sería perfecto si todos fuésemos inteligentes, maduros y con una buena dosis de altruismo, pero somos lo que somos y en esta España cañí esas cualidades brillan por su ausencia, por desgracia, sobre todo en la clase política, sea cual sea el partido, el color o la bandera que defiendan.

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